sábado, 7 de febrero de 2009

Depresión posparto: Trastornos depresivos y periodos de la mujer

Depresión posparto: Trastornos depresivos y periodos de la mujer

Ver encuesta ACTIMUDE (2008): Actitud de la Mujer ante la depresión.

Es una de las patologías más frecuentes tras el parto y aunque suele pasar inadvertida afecta al 10-20% de las puérperas según diversos estudios . Se inicia a las 2-3 semanas tras el nacimiento, con una duración de 4-6 meses, e incluso superior al año sin tratamiento. Este tipo de depresión, ya descrita en 1968 por B. Pitt, tiene unos síntomas bien establecidos: tristeza y desánimo continuo, dificultad para interesarse por las cosas de siempre, trastornos del sueño y del hambre, ansiedad, dificultad para concentrarse, falta de energía y lentitud funcional, problemas de memoria y síntomas obsesivos (miedo a hacerle daño al bebé). La depresión mayor posparto no ha sido catalogada como una entidad diferenciada en ninguna clasificación internacional. Sin embargo la DSM IV añade el criterio de "inicio en el posparto" para las pacientes con un trastorno depresivo mayor que acontece dentro de las cuatro primeras semanas del mismo.

La etiología de la depresión posparto permanece incierta y hay pocas pruebas que apoyen una base biológica. A pesar de la considerable investigación realizada, no ha sido aislado factor causal alguno. Sin embargo, resultados consistentes sugieren la importancia de las variables psicosociales. En particular, se ha encontrado que los eventos estresantes de la vida, el conflicto matrimonial y la ausencia de apoyo social aumentan significativamente el riesgo de depresión posparto. En el estudio de Sierra JM, Carro T y Ladrón E realizado en puérperas de la provincia de Soria en 2002, más del 15% presentaron riesgo de padecer depresión posparto, siendo las principales variables que se asociaban de forma independiente a su presentación la edad de la madre, la situación económica, antecedentes de alteraciones del estado de ánimo y disfunción familiar.

El cuadro se presenta indistintamente en primíparas y en multíparas y hay que identificarlo para que la mujer no quede aislada; es un cuadro que en algunos casos se resuelve espontáneamente con el tiempo pero que en otros se arrastra y van empeorando, lo que tiene un alto precio para la afectada y para el vínculo con su hijo. Existe un problema generalizado de infradiagnóstico de la depresión posparto, ya que clínicamente se detecta menos del 1% de los casos, obedeciendo a:
o la escasa especificidad de la sintomatología
o el bajo nivel de consulta de las madres por este tema (sensaciones de culpa y/o vergüenza)
o la escasa información sanitaria sobre esta patología y sus consecuencias
o la no utilización rutinaria de pruebas de detección precoz
o la ausencia de entrevistas pautadas para la confirmación del diagnóstico

La importancia de la detección precoz del síndrome de la depresión posparto no sólo es importante para el éxito del tratamiento de la mujer afectada sino también para evitar la afectación en el desarrollo emocional y cognitivo del bebé, así como dificultades familiares, ya que también presenta un mayor riesgo de separaciones y divorcios. Esta afectación se ha demostrado ya, y actualmente se estudia cuál es el papel que puede tener sobre el riesgo de que el niño sufra futuras psicopatías. Mientras que las mujeres que han sufrido de depresión posparto presentan el doble de probabilidades de experimentar futuros episodios de depresión durante un período de cinco años, los recién nacidos y los niños resultan particularmente vulnerables. La depresión posparto puede causar el deterioro de las interacciones entre la madre y el recién nacido y percepciones negativas del comportamiento del niño, las cuales han sido vinculadas a la inseguridad añadida, al retraso en el desarrollo cognitivo y a las dificultades sociales/de interacción. Se ha mostrado que los recién nacidos de tres meses de edad son capaces de detectar el estado de ánimo de sus madres y de modificar sus propias respuestas de acuerdo con ellos. Mientras que las habilidades cognitivas, el desarrollo de lenguajes expresivos y la atención han sido influidas negativamente por la depresión posparto, también se ha informado de que los hijos de las mujeres deprimidas tienen de dos a cinco veces más probabilidades de desarrollar problemas de conducta a largo plazo. La mortalidad materna e infantil son consecuencias raras pero reales de la depresión posparto.

La realización de programas de detección precoz de factores de riesgo o de enfermedades se justifica solamente si se reúnen determinados criterios que incluyen la existencia de un test de screening adecuado que sea aceptable para aquellos a quienes esta destinado el programa, un estado latente o sintomático precoz de la dolencia y la disponibilidad de un tratamiento eficaz. Sin embargo ofrecer un programa de detección precoz no es sencillo, y únicamente alcanzará su eficacia máxima si se utiliza como programa gestionada garantizando la consecución de una alta aceptación, que la calidad del proceso se pueda supervisar de forma continua y que a los detectados se les ofrezcan intervenciones eficaces. La introducción efectiva de un programa poblacional de detección precoz de la depresión posnatal puede resultar en un gran beneficio, no sólo para las mujeres que padecen esta patología sino también para sus hijos, su familia y, a la larga, para la sociedad. Las ventajas de un afrontamiento activo de la depresión posparto se cifran en que las medidas de intervención:
o tienen bajo riesgo de efectos adversos
o son bien aceptadas por los pacientes, así como por los trabajadores de los servicios sanitarios
o mejoran el vínculo madre-hijo, disminuyendo las consecuencias negativas sobre el desarrollo y cuidado del recién nacido, así como del núcleo familiar
o son fácilmente aplicables a través del sistema de salud

La depresión posparto puede sospecharse inicialmente de forma sencilla y segura mediante la escala EPDS (Edinburgh Postnatal Depression Scale), herramienta validada y útil para la detección de síntomas depresivos en la etapa puerperal. La puntuación igual o superior a 12 se considera como prueba positiva, e indica riesgo para depresión posparto que justifica la realización de una entrevista diagnóstica.

domingo, 18 de enero de 2009

Maternity blues o disforia posparto


Disforia es un termino que significa humor anormal y se aplica a los cambios, en general bruscos, de humor y de corta duración. Es el sindrome más leve, y más frecuente, tras el parto y puede aparecer entre el 50-75% de las mujeres, y extenderse desde el 2º-3º día hasta las 2 semanas.
Según comenta la Dra Iris Boisier, de la Sociedad Chilena de Salud Mental, "la tristeza que experimentan las madres en los primeros días después de tener un bebé no es una entidad psicopatológica como lo es la depresión; se trata de una tristeza común, inherente a un momento de mucha confusión, adaptación, cansancio por la falta de sueño, fatiga, atender a la demanda del recién nacido. Este cuadro se daría más en las madres primerizas por falta de experiencia. Por ser episodios leves y limitados en el tiempo, no requiere tratamiento, excepto psicoeducación y una suficiente contención afectiva de la familia".
Si la disforia posparto se prolonga más de 2 semanas hay que evaluar la posibilidad, actual o futura, de una Depresión Posparto (aproximadamente un 20%). No existen criterios diagnósticos bien establecidos y el DSM-IV-TR no ofrece una designación específica para este trastorno.
El mecanismo por el que se produce es desconocido, probablemente multicausal, y como factores de riesgo encontramos:
- antecedentes personales o familiares de un trastorno depresivo mayor
- sintomatología depresiva durante el embrazo
- pobre ajuste social
- escasa red de apoyo social
- escaso apoyo familiar y/o de la pareja
El tratamiento incluye tranquilizar a la madre, afrontar su experiencia como mujer, promover ayuda familiar, brindar atención profesional y realizar un seguimiento para monitorizar y evalúar el empeoramiento de los sintomas, haceindo enfasis en que la sintomatología se resuelve esponteneamente en la inmensa mayoria de casos.

sábado, 17 de enero de 2009

Sindrome de stress postraumatico tras el parto


El Sindrome de stress postraumatico (SEPT) es un trastorno agobiante que a menudo sobreviene a una experiencia aterradora, ya sea física o emocional, y que origina pensamientos y recuerdos persistentes y atemorizantes en la persona que lo padeció. - Criterios para el diagnóstico de F43.1 Trastorno por estrés postraumático (309.81) -.

La psicóloga Cheryl Beck (extraído del libro de Ibone Olza y Enrique Lebrero, Editorial Granica y Ediciones Norma) analizó los relatos de mujeres que presentaban este síndrome de estrés postraumático relacionado con el parto. Encontró que las madres que lo padecen:
1. Continuamente recuerdan y reviven el parto mediante flashbacks y pesadillas, durante semanas o meses.
2. Se sienten desconectadas o extrañadas ante sus bebes y ausentes de la realidad, como si no estuvieran allí o no fueran las mismas.
3. El trauma vivido hace que necesiten entender y hablar continuamente de lo que les sucedió y que busquen información médica sobre sus partos de
manera obsesiva (“obsesión y monotema”)
4. Se sienten enfadadas con los profesionales, con sus familiares y consigo ismas. Presentan síntomas de ansiedad y depresión. El SEPT dificulta la relación de las madres con los profesionales sanitarios.
5. Su experiencia de la maternidad se ve muy afectada. A menudo se sienten distanciadas de sus hijos. Tienen muchas dificultades para relacionarse con otras madres, no pueden evitar comparar su parto con el de las otras. El síndrome puede producir un rechazo a la sexualidad, a tener más hijos, o hacer que la madre pida una cesárea programada en el siguiente embarazo.

Según
Cristina Silvente , psicóloga, el estrés postraumático después del parto es otro síndrome que tiene que ser diagnosticado por un profesional, aunque si se conociese más, ayudaría a entender por lo que están pasando estas mujeres, a no minimizarlo ni a confundirlo con otros trastornos. Existen diferentes tratamientos que se pueden aplicar, pero el que se ha visto más efectivo es la terapia psicológica, sobre todo aquellas que integran diferentes factores y que sirven para procesar la información y las emociones relacionadas con el evento traumático



martes, 6 de mayo de 2008

Trastornos en el embarazo

En mayo de 2002 las autoridades sanitarias de Estados Unidos hicieron público un cambio drástico en las recomendaciones oficiales acerca del cribado (test preventivo) de la depresión. Hasta esta fecha las autoridades consideraban insuficiente la evidencia para recomendar el uso sistemático de cuestionarios estandarizados para detectar la depresión en pacientes de asistencia primaria. Ahora se considera que la evidencia es concluyente, y se recomienda la aplicación sistemática de tests detectores de la depresión en todos los adultos. La recomendación no se extiende aún a niños y ancianos.

La depresión, al igual que la ansiedad y el estrés, es una condición que incluso de forma subclínica puede afectar durante gestación de muchas formas, tanto a la madre como al feto, a corto y a largo plazo. Las últimas investigaciones señalan que el 10-15% de las mujeres en estado de gestación la sufren, especialmente durante el segundo y el tercer trimestre. Además, se estima que cinco de cada diez mujeres que sufren estados depresivos durante el embarazo también desarrollan la depresión post-parto.

Es sumamente importante reconocer y ser capaz de distinguir la depresión relacionada con el embarazo de los simples cambios de humor. A pesar de que los cambios de humor pueden hacerla sentir triste por momentos, éstos síntomas no son idénticos a los de la depresión. Una vez que sea capaz de identificar los síntomas propios de la depresión, podrá comenzar a buscar ayuda. Algunos de los signos más comunes de depresión son:

  • Problemas de concentración.
  • Ansiedad extrema.
  • Sentirse sumamente irritable.
  • Problemas para conciliar el sueño o padecer de insomnio.
  • Fatiga.
  • Cambios en los hábitos alimenticios.
  • Pérdida de interés o falta de placer al realizar actividades que solía disfrutar.
  • Cambios de humor exagerados.
  • Sentirse triste constantemente.
  • Tener pensamientos relacionados con dañarse a usted misma o a otras personas.

Según expone DM Campagne, en su articulo “Detectar la depresión antes, durante y después de la gestación, con el perfil anímico del embarazo”, la Guía de Tratamiento de la Depresión en la Gestación, de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), recomienda estructurar el control de la depresión en el embarazo con los pasos siguientes:

1: diagnóstico

Es un primer paso crítico en el tratamiento de la depresión. Llorar frecuentemente, irritabilidad o quejas de insomnio son indicativos de la necesidad de aplicar un test selectivo. Muchas mujeres no quieren reconocer sus síntomas y presentan manifestaciones somáticas. Problemas con el sueño, cefaleas, fatiga, alteraciones gastrointestinales o ansiedad son comunes.

2: determinar la gravedad de la enfermedad

3: iniciar las estrategias preventivas para las pacientes con enfermedad leve

Los síntomas menores se pueden combatir con muchas estrategias de prevención terapéutica, y entre ellas están una dieta libre de alcohol, nicotina y cafeína, una adecuada higiene del sueño, el tratamiento del estrés y el ejercicio físico. Es importante una monitorización atenta durante los controles antenatales y en caso de agravarse los síntomas es necesario iniciar la farmacoterapia.

4: tratamientos farmacológicos de la depresión mayor

La farmacoterapia está indicada en los casos donde está mermada la capacidad de cuidarse o donde existe una predisposición a la ansiedad grave, insomnio, toma de riesgos o pensamientos de suicidio. Siempre debe usarse la dosis más baja necesaria para mejorar síntomas, aunque el metabolismo incrementado durante el embarazo puede obligar a una dosis mayor respecto a la pregestacional. La medicación debe continuar hasta al menos 6 meses después del parto para prevenir exacerbación.

Es imprescindible, y en la medida de lo posible minimiza los riesgos
- una evaluación de la relación riesgo/beneficio
- una información adecuada a la paciente sobre los riesgos y beneficios del tratamiento
- la elección de la terapia farmacológica más pertinente
- y un apoyo psicoterapéutico intensivo.

5: continuar o iniciar tratamiento de la depresión posparto

Las mujeres con indicios anímicos durante el embarazo, problemas conyugales y un historial personal o familiar de depresión tienen riesgo de depresión posparto. Si están asintomáticas o si sólo presentan síntomas leves, pueden utilizarse las estrategias no farmacológicas antes referidas (alimentación, ejercicio, tratamiento del estrés). Es muy importante mantener el ritmo circadiano durante el posparto, así que debe buscarse una solución para la época de lactancia nocturna.

domingo, 4 de mayo de 2008

Trastornos inducidos por anticonceptivos hormonales

Los métodos anticonceptivos hormonales (píldora, parche, anillo vaginal, implante subcutáneo, inyectable) son muy usados por las mujeres como forma habitual de control de la natalidad. Muestran como ventajas la regularización de las menstruaciones y la reducción del riesgo de presentar cáncer endometrial y ovárico, quistes ováricos, embarazo ectópico y anemia ferropénica.

En general como efectos secundarios de los anticonceptivos hormonales destacan:

- estrogénicos: náuseas, hipersensibilidad mamaria, cambios quistitos mamarios, cefalea, aumento de la tensión arterial e incremento del tamaño de los miomas.
- progestágenos: aumento de peso, fatiga, disminución de la libido y cefalea.
- androgénicos: hirsutismo, ácne y aumento de peso.

La toma de estos anticonceptivos hormonales también puede causar alteraciones del estado de ánimo, en especial depresión, sobre todo si existían antecedentes previos a la toma de anticonceptivos. Su interrupción o el cambio a otra formula pueden disminuir las molestias. El factor causante suele ser la progesterona, aunque algunas mujeres pueden presentar alteraciones del estado de ánimo en respuesta sólo a los estrógenos. Las formulas que contienen menor proporción de progestágenos/estrógenos suelen tener menor relación con los síntomas depresivos.

Se aplican los mismos principios en fases posteriores, es decir, las mujeres perimenopausicas tratadas con anticonceptivos hormonales o las mujeres posmenopausicas en tratamiento hormonal sustitutivo pueden sufrir una recaída o inicio de una depresión.

En conclusión, la mayoría de las mujeres pueden estar relativamente tranquilas en relación al uso de anticonceptivos hormonales y las alteraciones del estado de ánimo, si bien, algunas de aquellas que presenten antecedentes depresivos pueden ver reiniciada o agravada su patología.

jueves, 10 de abril de 2008

Trastorno disfórico premenstrual

El síndrome premenstrual (SP) consiste en una serie de síntomas que se presentan en relación con el ciclo menstrual, los cuales interfieren con la vida de la mujer. Se inician de 5 a 11 días antes del comienzo de la menstruación y generalmente desaparecen con el inicio de ésta o poco después. No se ha identificado una causa exacta del síndrome premenstrual; sin embargo, puede estar relacionado con factores sociales, culturales, biológicos y psicológicos. Este síndrome se puede presentar con una función ovárica aparentemente normal (ciclos ovulatorios regulares).

Una forma mucho más severa es el trastorno disfórico premenstrual (TDP) que afecta aproximadamente al 3-9 por ciento de las mujeres en su edad reproductiva y es considerado una condición severa y crónica que requiere atención médica y tratamiento. Los siguientes son los síntomas más comunes del trastorno disfórico premenstrual, sin embargo, cada mujer puede experimentar los síntomas de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir los siguientes:

Síntomas psicológicos
Irritabilidad, nerviosismo, pérdida del control emocional, agitación, ira, insomnio, dificultad para concentrarse, somnolencia, depresión, fatiga severa, ansiedad, confusión, alteraciones de la memoria, disminución del amor propio y confianza en si misma, paranoia, hipersensibilidad emocional, episodios de llanto, cambios en el temperamento, desórdenes del sueño.
Retención de los líquidos
Edema (hinchazón de los tobillos, manos y los pies), aumento periódico de peso, oliguria (disminución en la formación de la orina), tensión y dolor en mamas.
Problemas respiratorios
Alergias, infecciones.
Molestias de los ojos
Alteraciones visuales, conjuntivitis.
Síntomas gastrointestinales
Calambres abdominales, plenitud gastrica, estreñimiento, náuseas, vómitos, pesadez pélvica o presión, dolor de espalda.
Problemas de la piel
Acné, neurodermatitis (inflamación de la piel acompañado de picor), agravación de otros desordenes de la piel, incluyendo las úlceras de herpes simple (herpes catamenial).
Síntomas neurológicos y vasculares
Cefalea, vértigo, síncope (desmayo), entumecimiento, hormigueo, escozor o un aumento en la sensibilidad de los brazos y, o las piernas, hematomas (llenarse de morados con facilidad), palpitaciones del corazón, epasmos musculares.
Otros
Disminución en la coordinación, dsminución de la libido (deseo sexual), cambios en el apetito, antojos de comida, sofocos (calores).

Los síntomas se presentan durante la última semana de la mayoría de los ciclos menstruales y generalmente mejoran en unos cuantos días después de que comienza el período.

La depresión mayor es muy común en el trastorno disfórico premenstrual, así como el trastorno afectivo estacional (TAE), una forma de depresión caracterizada por episodios anuales de depresión durante el otoño o el invierno que mejoran en la primavera o el verano.

Para el diagnóstico del trastorno disfórico premenstrual se deben presentar:

A. 5 o más de los siguientes síntomas durante la mayor parte del día de la última semana de la mayor parte del día de la última semana de la fase lútea de la mayoría de los ciclos la fase lútea de la mayoría de los ciclos menstruales del último año, que empiezan a menstruales del último año, que empiezan a remitir 2 días después del inicio de la fase remitir 2 días después del inicio de la fase folicular y que desaparecen completamente en folicular y que desaparecen completamente en la semana siguiente a la menstruación, la semana siguiente a la menstruación, teniendo en cuenta que al menos uno de estos teniendo en cuenta que al menos uno de estos síntomas debe ser uno de los cuatro primeros:

1) Estado de ánimo deprimido y sentimientos de desesperanza
2) Ansiedad, tensión, sensación de agobio o de estar “al límite” límite”
3) Labilidad emocional evidente
4) Enfado, irritabilidad o aumento de conflictos interpersonales de forma acusada y persistente 5) Pérdida del interés por actividades habituales
6) Sensación subjetiva de dificultad para concentrarse
7) Letargia, fatigabilidad fácil o falta evidente de fácil o falta evidente de energía
8) Cambios significativos en el apetito
9) Hipersomnia o insomnio
10) Sensación subjetiva de estar rebasada o fuera de control
11) Otros síntomas físicos: hipersensibilidad o aumento del volumen de las mamas, cefalea, molestias del volumen de las mamas, cefalea, molestias articulares o musculares, sensación de hinchazón o articulares o musculares, sensación de hinchazón o aumento de peso aumento de peso

B. Estas alteraciones interfieren con el trabajo, escuela, las actividades sociales o relaciones interpersonales actividades sociales o relaciones interpersonales

C. La alteración no presenta una simple exacerbación de síntomas de otros trastornos (depresivo mayor, de angustia, distímico o de personalidad

D. Los criterios A, B y C deben ser corroborados por técnicas de valoración diaria y prospectiva de los síntomas en al menos dos ciclos sintomáticos síntomas en al menos dos ciclos sintomáticos consecutivos

Tratamiento:

a- medidas no farmacológicas: casos leves
- hacer ejercicio con regularidad
- limitar la sal, los azúcares de absorción rápida y excitantes, como la cafeína, el tabaco y alcohol
- horarios regulares de sueño y vigilia
- psicoterapia
- sauzgatillo (vitex agnus castus): opción terapeútica muy válida

b- otras medidas:
- tratamientos hormonales (no exentos de efectos secundarios)
- diuréticos tiazídicos y espironolactona
- AINES

En los últimos años se han producido buenos resultados con antidepresivos, tanto triciclicos como con inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (alivian tanto los síntomas psíquicos como los físicos)

miércoles, 9 de abril de 2008

La depresión en la adolescencia

La depresión es un estado de ánimo intenso que involucra tristeza, desánimo, desesperanza o desesperación; que dura semanas, meses o incluso más, y que afecta la capacidad de la persona de realizar sus actividades habituales. Afecta a uno de cada ocho adolescentes y se presenta en personas de todos los colores, razas, posición económica y edad; sin embargo, parece afectar más a mujeres que hombres durante la adolescencia y la edad adulta.
La depresión no tiene una única causa. Son muchos los factores que desempeñan un papel, incluidos la genética, el entorno, el estado de salud, los sucesos de la vida y determinados patrones de pensamiento que afectan las reacciones de las personas frente a los acontecimientos.

Las siguientes son algunas de las causas por las cuales los adolescentes se pueden llegar a deprimir:
- la familia cambia de residencia
- el adolescente tiene que cambiar de centro de estudios
- alteraciones de la dinámica familiar
- enfermedad o fallecimiento de un familiar o de un amigo
- los cambios hormonales de la pubertad

En los adolescentes que están deprimidos, las siguientes señales nos pueden hacer pensar en una depresión:
- no les importa su persona o sus familiares
- pueden no querer ir al colegio o presentar bajo rendimiento escolar
- pueden presentar alteraciones en la alimentación (tanto por defecto como por exceso)
- pueden presentar alteraciones del sueño (tanto por defecto como por exceso)
- y en general, pueden perder interés en actividades hasta entonces les resultaban placenteras.
En otros casos las únicas señales de depresión pueden ser síntomas físicos (dolor de cabeza o de estómago recurrentes, cansancio,..), estar aburrido o perder los estribos. Si estas alteraciones duran varias semanas podrían significar que el adolescente está deprimido.

La mujer en la pubertad empieza a mostrar mayor predisposición que el hombre a padecer trastornos depresivos, diferencia que desaparece en los años posteriores a la menopausia. Parecen influir en su presentación, más que los cambios hormonales los cambios biológicos, como el desarrollo de los caracteres secundarios: las chicas valoran de forma más negativa los cambios físicos que acompañan a la pubertad (imagen negativa de su cuerpo). Además el impacto que la menarquia provoca en la adolescente y en su entorno puede suponer un cambio en su autoestima, reforzado en muchas ocasiones por la falta de entendimiento con la familia.

Los adolescentes suelen buscar ayuda informal: las chicas entre sus amigas y los chicos prefieren consultar a los padres. En caso de encontrarse ante esta situación puede ser buena idea hablar con su médico de familia acerca del comportamiento del adolescente, ya que puede decidir hacerle un chequeo general y algunas pruebas diagnósticas, preservando siempre su derecho a la confidencialidad. La identificación y el tratamiento de la depresión en el adolescente son cruciales para evitar la discapacidad que se asocia a largo plazo con esta patología.

lunes, 7 de abril de 2008

Trastornos depresivos y periodos de la mujer

Depresión en la mujer:
1.- adolescencia y pubertad
2.- etapa reproductiva:
a.- trastorno disfórico premenstrual
b.- trastornos inducidos por anticonceptivos hormonales
c.- trastornos en el embarazo
d.- trastornos asociados al posparto:
i. síndrome de estrés postraumático
ii. «maternity blues» del puerperio
iii. depresión posparto
iv. psicosis posparto
e.- trastornos relacionados con el aborto
f.- trastornos relacionados con la esterilidad
3.- menopausia

domingo, 30 de marzo de 2008

Diferencias de género en los trastornos de salud mental

Las investigaciones llevadas a cabo en las últimas décadas ha demostrado de manera inequívoca la existencia de claras diferencias tanto en la morbilidad psiquiátrica como en el patrón de conducta enferma desarrollados por hombres y mujeres.
Los mecanismos que se han utilizado para explicar estas diferencias pertenecen a 2 tipos de formulaciones teóricas:
- la primera de ellas postula que son los factores constitucionales, genéticos y/o endocrinos los que condicionan las diferencias de morbilidad psiquiátrica entre ambos sexos.
- las teorías ambientalistas defienden que son las variables socioculturales, que actúan a través de roles y patrones de conducta socialmente impuestos, las que en última instancia condicionan el modo en que hombres y mujeres manifiestan su sufrimiento psicológico y las estrategias que adoptan para satisfacer sus necesidades de atención psiquiátrica.
La Primera Reunión de Expertas en Psiquiatría (Alicante, 2007) ha cumplido, según sus organizadores, con un doble objetivo: fomentar la igualdad de género y ahondar en el conocimiento de los trastornos mentales, en cuanto a las diferencias y necesidades específicas de las mujeres. La atención a la salud mental bajo un enfoque de género es uno de los factores más importantes a la hora de establecer diferencias en las enfermedades mentales, tanto en cuanto a su diagnóstico como al desarrollo de la patología y su tratamiento.
Distintos estudios señalan la frecuencia de presentación de enfermedades mentales en hombres y mujeres, estimando que, en España, un 20-34 por ciento de las mujeres padecen una enfermedad psiquiátrica frente al 8-21 por ciento de los hombres.
Los trastornos de ansiedad o la depresión son más comunes entre las mujeres, como la personalidad antisocial o el consumo de drogas lo son entre los hombres, aunque en los últimos años se haya apreciado un progresivo incremento en el número de mujeres adictas al alcohol u otras drogas, aproximándose a las tasas observadas en entre los hombres. Existen causas de naturaleza biológica pero son las variables socioculturales las que actualmente tienen una mayor incidencia.
La Organización Mundial de la Salud prevé que, en el año 2020, la depresión será la segunda causa mundial de discapacidad. Al menos una de cada cinco mujeres padecerá, a lo largo de su vida, un trastorno depresivo. Una frecuencia que duplica la registrada entre los hombres y que, en los casos de mayor gravedad, llega a ser cuatro veces superior a la de éstos.
No sólo la mujer presenta mayor riesgo de padecer algunos trastornos mentales específicos, también es distinta la forma en que se presentan los síntomas, el curso de la enfermedad, la comorbilidad o coincidencia de varias enfermedades al mismo tiempo y, en muchos casos, las necesidades concretas de tratamiento y el tipo de éste.
Salud mental en las mujeres: datos
Los trastornos depresivos constituyen casi el 41,9% de los casos de discapacidad debida a trastornos neuropsiquiátricos entre las mujeres, mientras que entre los hombres causan el 29,3%.
Los principales problemas de salud mental de la tercera edad son la depresión, los síndromes orgánicos cerebrales y la demencia. La mayoría son mujeres.
Se estima que el 80% de los 50 millones de personas afectadas por conflictos violentos, guerras civiles, desastres y desplazamientos son mujeres y niños.
Los casos en los que la violencia contra las mujeres prevalece durante toda la vida oscilan entre un 16% y un 50%.
Al menos 1 de cada 5 mujeres sufren violaciones o intentos de violaciones a lo largo de su vida

Los principales objetivos de la OMS en relación con la salud mental de las mujeres son:
- Recoger datos de la prevalencia y las causas de los problemas de salud mental en las mujeres así como de los factores mediadores y protectores.
- Promover la formulación y puesta en funcionamiento de medidas de salud que atiendan las necesidades y preocupaciones de las mujeres desde la infancia hasta la vejez.
- Aumentar las competencias de los profesionales de atención primaria de la salud para reconocer y tratar las consecuencias que la violencia doméstica, los abusos sexuales y el estrés agudo y crónico tienen para la salud mental de las mujeres.

Encuesta ACTIMUDE (Actitud de la Mujer ante la Depresión). Noviembre 2008.